«Incluso en un mal día, un día de pesca es mejor que un día de trabajo»
Estoy seguro de que te sientes profundamente identificado con esta frase. ¿Cuántas horas de trabajo hemos pasado añorando estar solos en la orilla de un río o en medio del mar con la caña?
La pesca es mucho más que un deporte al aire libre. Es una actividad de introspección e incluso puede convertirse en una forma de meditación. En términos históricos ha consistido tradicionalmente en un método de supervivencia básico, pero este concepto ha mutado con los años y hoy en día tiene otras muchas connotaciones y nos acercamos a ella por otras razones. Y muchas de ellas no pasan por sacar un pez del agua.
No somos pocos los que la entendemos mucho más allá del hecho de lanzar y sacar un pez: hablamos de la pesca como una forma de meditación y de aprendizaje, de sensaciones únicas. Una vía para conectarte contigo mismo y con la naturaleza que nos rodea, para conseguir paz mental y dejar ir el estrés y la ansiedad.
Sin embargo, este solo es un concepto nuevo para la cultura moderna. Algunas civilizaciones ancestrales han utilizado la pesca como una forma de relación desde tiempos antiguos, tanto que esto se ha vuelto un elemento indispensable en su cultura, una enseñanza que pasan de generación en generación.
Tal vez el caso más destacable lo encontramos en las tundras heladas de Finlandia, donde los hombres acostumbran a pescar en absoluta soledad y silencio durante horas, esperando la paz en su interior… y probablemente una deliciosa captura.
La pesca relaja tu mente y te desconecta del estrés. Mientras preparas todo lo necesario para tu jornada de pesca, necesitas poner toda tu atención para afinar los detalles previos: alistar la embarcación, preparar carnadas, empacar herramientas, seleccionar las moscas, escoger tamaños y colores de señuelos planear rutas… En esos momentos tu pensamiento está absolutamente enfocado en la pesca.
Se produce un estado de apasionamiento que sirve de coraza ante elementos negativos que habitualmente nos acompañan. Todo se simplifica; se reduce a la excitación de poder realizar una actividad que sigue uno de los instintos más primitivos y la conexión con la naturaleza.
Eso es la explicación pasional, pero existe otra racional que también sostiene los beneficios emocionales de la pesca con argumentos pseudo o completamente científicos. Así es como podemos entender la pesca como una forma de meditación.
Te centra en el momento presente
Una práctica indispensable para lograr alcanzar el estado de meditación es centrar tu mente en “el aquí y el ahora”, algo que sin duda es difícil de conseguir porque la agitada rutina diaria obliga a nuestro cerebro a pensar en demasiadas cosas a la vez, lo que desencadena un estado mental ansioso e inestable.
Sin embargo, la pesca te ancla a tierra – o al agua, en este caso – obligando a tu cerebro a concentrarse únicamente en la tarea que tienes entre manos, porque un mínimo error puede resultar en la «no captura». Este estado de concentración es muy similar al que se logra observando una piedra durante la meditación.
Por otro lado, cuando ha llegado el momento de lanzar la línea, la concentración aumenta mucho más porque tu mente tiene una sola misión en ese momento: esperar hasta sentir el tirón que produce la picada de un pez.
Observar y aprender: un modelo de aprendizaje para tu vida
La observación y el estudio del comportamiento animal no solo son fascinantes, sino que también aportan numerosos beneficios a los seres humanos. ¿Cómo es esto posible? Porque la observación de los animales puede ayudarnos a comprender mejor nuestros patrones de comportamiento, comunicación y socialización.
¿Acaso pasar minutos/horas observando el río, las olas, hacia dónde va la corriente, en qué momento se ceban los peces o cómo se mueven las gaviotas buscando alimento no es algo habitual en la pesca? La realidad es que invertimos buena parte de nuestro tiempo en intentar comprender lo que está sucediendo para poder tomar decisiones. Dónde lanzar, qué tonalidad de señuelo o mosca usar, si este es de superficie o de fondo… son elecciones que tomamos después de ver, observar y tomar conclusiones. Y todo ello nos entretiene por igual.
Pero esto no es todo: el conocimiento obtenido a partir de los animales también puede aplicarse en la mejora de nuestras relaciones interpersonales, ya que muchos de los principios fundamentales del comportamiento animal son extrapolables a nuestras interacciones humanas.
Además, la observación de los animales también ha dado lugar a avances científicos importantes en campos como la biología, la ecología y la medicina. Gracias a la observación de patrones de comportamiento en animales, se han podido predecir y prevenir enfermedades en seres humanos.
En resumen, la espera y el estudio del comportamiento animal son esenciales para los seres humanos. Nos proporcionan conocimientos útiles en nuestro día a día, mejoran nuestras relaciones interpersonales y pueden llevar a avances científicos de gran importancia. No subestimes el poder de observar a nuestros amigos animales: ¡puede tener beneficios sorprendentes!
Te conecta con la naturaleza
Yendo a lo más básico, son muchos los beneficios que un día al aire libre puede traer para tu mente y tu cuerpo. Al igual que en una meditación guiada al aire libre, la pesca es una actividad que te conecta con la naturaleza y por las endorfinas que genera te hace sentir mejor mejor en pocas horas.
Esta práctica puede tener efectos positivos en la salud mental. Es una actividad que requiere concentración y paciencia, lo que puede ayudar a alejar la mente de pensamientos negativos y reducir los niveles de estrés.
Como ejemplo, un estudio publicado en el Journal of Positive Psychology encontró que los participantes que realizaban actividades relacionadas con la naturaleza, como la pesca, tenían una mayor satisfacción con la vida y una disminución en los síntomas de depresión. También se ha demostrado que la exposición a la naturaleza y la tranquilidad del agua pueden tener un efecto relajante en la mente y el cuerpo.
Otro estudio publicado en la revista Environmental Health and Preventive Medicine encontró que la exposición a ambientes naturales disminuyó los niveles de cortisol, la hormona del estrés, en comparación con los ambientes urbanos. Pero, como pescador, ya sé que no hace falta citar estos estuciod para que ya lo hayas experimentado.
Trabaja tu capacidad de concentración
Aunque se ha mencionado en el primer punto, quisiera hacer hincapié aquí. La concentración es un elemento vital de cualquier meditación, así como lo es en la pesca.
Pescar lleva tus niveles de concentración a un nivel cada vez superior, cuanto más repitas los procesos, más concentrado estarás en ellos y menos atención prestarás a los problemas que dan vueltas en tu cabeza durante el resto de la semana.
Sentarse sobre cubierta y arrojar la línea una y cien veces, siempre prestando absoluta atención es una excelente manera de enseñar a tu cerebro a fijar todo su potencial en una sola tarea.
Una destreza que sin duda alguna te será de gran utilidad en tu día a día.
Aunque no lo sepas, la pesca es una forma de meditación
La meditación tiene dos fines principales. El primero es disminuir la cantidad de pensamientos para relajar la mente y el alma; el segundo propósito consiste en observarte a ti mismo para lograr conocer tu verdadera naturaleza.
Pocas actividades son tan propicias para conocerte a ti mismo como la pesca, especialmente si decides salir solo.
Una vez que prepares todo, elijas tu lugar preferido y lances la caña, vas a estar solo con tus pensamientos, que a menudo se convierte en un estado de relajación absoluta, en el que la mente se queda con aqullos pensamientos estrictamente necesarios en el momento, orientados de forma positiva. Todo se simplifica cuando pescas.
Este estado de calma mental te permite ir pelando capa por capa tu sistema de creencias, hasta que logres llegar al núcleo de tus propias motivaciones. Aunque no lo creas, mientas estás pescando, realizas lo que en la meditación budista se conoce como Mahamudra.
La meditación Mahamudra es una práctica meditativa profunda arraigada en el budismo que busca explorar la verdadera naturaleza de la mente y la realidad última. A través de la atención plena y la estabilidad mental, tiene como objetivo liberarse de las concepciones y apegos que nos limitan, y así alcanzar la iluminación y experimentar una mayor paz interior. La pesca permite llegar a esto.
¿Quieres un ejemplo de cómo puedes estar practicando esta técnica de meditación mientras pescas? Imagina estar en un tranquilo lago, rodeado de naturaleza. A medida que lanzas la línea al agua, tu mente se centra en el acto de pescar: sentir la tensión del hilo, mantener la atención en la caña y observar el movimiento del agua. En ese momento, tu mente se calma, los pensamientos se disipan y se encuentra en un estado de atención plena, completamente presente en la actividad: sólo ocupan tu mente los peces, el agua y tus lances.
A medida que pasa el tiempo, puedes notar cómo los conceptos y apegos van desvaneciéndose. Ya no estás preocupado por el resultado de la pesca (si capturas un pez o no) ni estás atrapado en pensamientos pasados o futuros. En cambio, estás inmerso en el momento presente, conectado con la naturaleza y en sintonía con los movimientos del agua. En esta experiencia encuentras una sensación de paz profunda y una comprensión intuitiva de la interconexión entre ti, la naturaleza y el proceso de la pesca misma.
Es así, la pesca, como cualquier otra actividad, puede convertirse en una oportunidad para practicar la meditación bien sea con este ejemplo del método Mahamudra o con cualquier otro. Y no necesariemente es un proceso deliberado; la mayoría de las veces es la consecuencia de un estado. Es un recordatorio de la importancia de estar presentes y abrirnos a la experiencia directa del momento, liberándonos de las preocupaciones y apegos. Es un recordatorio de que la verdadera naturaleza de la mente está siempre presente y disponible, esperando ser descubierta a través de la atención plena y la indagación profunda. Por eso pescamos aunque no lo creas.
Muchos hombres pescan toda su vida sin saber que no son peces lo que buscan
Henry David Thoreau, filósofo