Peces introducidos en España: ¿cuáles son y cuándo llegaron?

Los peces introducidos, también llamados especies «exóticas» o invasoras, no son nuevos ni tampoco algo raro en España. Es un hecho que animales antes desconocidos se descubran esporádicamente en cualquier rincón de la Península Ibérica, pero, sin duda, el hábitat que más ha visto aumentar su familia con especies llegadas de fuera son nuestros ríos. Hagamos un poco de historia. ¿De dónde vienen estos peces? ¿Cuántos son? ¿Cuánto tiempo llevan y, sobre todo, se han aclimatado ya al ecosistema fluvial español?

Una treintena de peces introducidos en España

Es difícil concretar cuándo se introdujo la primera especie no autóctona en un río español, aunque buena parte de esa culpa la tienen las grandes civilizaciones que gobernaron Europa hace muchos siglos. Hasta entonces, nuestro país había sido una porción de tierra aislada, con numerosos mamíferos, plantas y vertebrados que aún hoy siguen siendo endémicos —únicos en el mundo— y que difícilmente tenían la posibilidad de desplazarse a otras regiones por la barrera que formaban los Pirineos en la divisoria con el resto del continente. Como consecuencia, los peces de agua dulce no podían dispersarse, así como los de otras regiones tampoco podían llegar de ninguna manera, y mucho menos los de Asia o América como después sucedió.

Pero poco a poco los animales, entonces exóticos, arribaron hasta nuestras aguas, y desde entonces los cauces fluviales se han incrementado con al menos 26 nuevas especies de peces exóticos, gran parte de ellos llegados en los últimos decenios, sobre los 70 peces que aproximadamente habitan ríos y estuarios. Si lo extrapolamos a datos globales, incluyendo flora y fauna, podemos hablar de un proceso a escala mundial, ya que según la Unión Internacional para la Conservación de la naturaleza (UICN), la introducción de nuevas especies ha provocado, desde 1600, la extinción acelerada del 39% de los seres vivos autóctonos de cada parte del globo. La conclusión más inmediata es que nuestra riqueza natural está amenazada por otros inquilinos no deseados que vienen a sumarse a los males que nos aquejan, que en el caso de los ríos son muchos: contaminaciones, extracciones excesivas, embalses, minicentrales…

La carpas en España llegaron con los romanos

Posiblemente, si no hemos consultado un libro sobre la materia, no nos plantearemos que el origen de un pez tan común en España como la carpa fuese tan lejano, tal vez porque hasta los más viejos han visto desde niños cómo ésta era una de las especies más abundantes, dispersas y conocidas. Tanto la carpa como el carpín rojo fueron traídos por el Imperio Romano a Europa desde China con fines decorativos para estanques y muy probablemente como un elemento gastronómico más.

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La carpa, introducida en España por los romanos, es una de las principales especies que se pescan en los concursos.

Con el paso de las civilizaciones, y a pesar de encontrarse ya de manera natural en algunos ríos, los clérigos y monjes de algunas congregaciones encontraron en ellos una manera de ampliar una dieta que no contemplaba la carne y que era fácil de mantener fresca en pequeñas masas de agua estancadas. La tenca, otra de las más comunes en el pasado siglo XX en España (hoy su hábitat se va reduciendo paulatinamente a Extremadura), fue otra de las que llegaron con los romanos.

Hubo de transcurrir un largo espacio de tiempo, casi 2.000 años, hasta que volviera a hablarse de introducciones con la fiebre naturalista, que inició un período de experimentación encaminado a aclimatar a especies alóctonas. A finales del XIX y procedentes de Norteamérica, se volcaron de manera intencionada tres especies: la trucha arcoiris, el salvelino y el gobio. La primera sigue siendo un recurso muy importante para la pesca deportiva en casi cualquier rincón de la Península; la segunda quedó relegada a los lagos y algunos ríos de alta montaña del Pirineo Central y la sierra madrileña o conquense por sus exigencias de aguas muy oxigenadas; y la tercera se aclimató con gran éxito en casi cualquier tipo de agua.

Alrededor de 1910, el lago de Bañolas sirvió de tubo de ensayo para científicos como el zoólogo Francisco Darder, entonces director del Museo de Zoología de Barcelona, con distintos resultados. Allí se soltaron ejemplares de gardí, brema, alburno o el pez gato, peces cuya presencia es emergente ahora y con una distribución tan repartida como extensa.

Introducciones de peces para fomentar la pesca

Aunque la mayoría de los casos citados son debidos a cuestiones científicas de estudio, que luego desembocaron en introducciones controladas, hay muchos motivos y explicaciones posibles a la llegada de estos invasores, como la suerte, las necesidades económicas, la pura diversión o su cría en cautividad para alimento. Ahora podemos plantearnos cuestiones como ¿qué se pretendía con estas sueltas? o ¿se quería eliminar con estos peces a los ya existentes?

Las respuestas son varias y probablemente no se tenían claras; más bien se obró por un ímpetu científico y de curiosidad. En el caso de la trucha arcoiris y el salvelino, su destino inicial era el cultivo de grandes cantidades de ejemplares en piscifactorías con el único fin del consumo humano, que hoy día sigue vigente y abastece, en el caso de la trucha, a pescaderías procedentes de los abundantes centros de producción que reparten en el territorio nacional.

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El lucio, introducido con fines de pesca en España en 1949. Foto: katdaned

El de la carpa, en cambio, era adornar, regalar la vista en los estanques. Pero había otro propósito que ya en el siglo XX llevaría a traer otros peces desde muy lejos: incrementar las posibilidades de pesca. Es el caso del lucio y el black bass (perca negra), dos de los peces más conocidos en la actualidad, que se convirtieron en el recurso para llenar el nicho de especies pescables que había en los tramos fluviales medios y bajos, donde no existía hasta entonces ningún predador que controlase las excesivas poblaciones de ciprínidos como carpas y barbos.





Más de 60 años han pasado desde que allá por 1949 una partida de 50.000 huevos embrionados de lucio procedentes de Francia llegara hasta la piscifactoría de Aranjuez para hacer las primeras pruebas por parte del entonces Servicio de Pesca Continental, Caza y Parques Naturales, el SPCCPN. Meses después se soltaban en el río Tajo los primeros ejemplares para cubrir las demandas de unos pescadores ávidos de nuevas especies y otras emociones en forma de una lucha muy deportiva al otro lado de la caña.

Este colonizador nato es hoy uno de los peces más comunes, que en un primer momento se fue desplazando hacia el sur, y después hacia el norte, con unas repercusiones en algunos casos nefastas para el resto de especies autóctonas. A él se le atribuyen efectos como la depredación de la trucha en tres de los ríos leoneses más emblemáticos: el Esla, el Órbigo y el Porma, a raíz de una velocidad de ascensión por estos cauces de 4,5 km/año desde los 70. Algunos estudios que se efectúan con pesca eléctrica demuestran que además el lucio se ha decantado en España por una dieta basada esencialmente en peces, lo que no puede agravar la alarmante situación en algunas regiones del norte, ya muy castigadas por otra invasión: los cormoranes.

Este es el ejemplo más claro de la balanza imaginaria que se crea cuando se introduce una nueva especie ¿Supondrá más beneficios que alteraciones perjudiciales? En el caso del lucio, todos los estamentos implicados (Administración, científicos y pescadores) coinciden en que a la larga se ha salido perdiendo, pero ¿cómo solucionarlo ahora?

El black bass fue otro de los recién venidos en los años 50 para llenar los días de ocio de los pescadores. Aunque también se efectuaron estudios en Aranjuez, fue en el embalse zaragozano de Mequinenza donde realmente se produjo el boom de esta especie, por la cercanía de la base estadounidense. Este pantano pronto se convirtió en el lugar de recreo de militares que vieron en él un lugar idóneo para la pesca de un pez que en aquel país representa todo una forma de vida.

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Black bass, especie introducida en España en la década de 1950.

A ellos se debe -siempre de manera oficiosa, y así está reconocido popularmente- la expansión del black bass por el Ebro, hasta llegar a unas poblaciones realmente espectaculares. Hoy está extendida en casi la totalidad de las comunidades, exceptuando las islas y zonas del norte, donde la frialdad de las aguas y el azar han impedido su presencia, y no pocos son los que le achacan la desaparición en algunos embalses de otros pe-ces autóctonos como la pardilla, la bermejuela o el calandino.

Introducciones recientes de peces en España

Pero las consecuencias no han sido siempre tan apabullantes, y en 1968 se intentó con escaso éxito la aclimatación como especie pescable del hucho, un salmón de agua dulce originario del centro de Europa, en el Miño y el Tormes, salvándose sólo con el paso del tiempo las poblaciones del Tormes. Pese a todo, el tramo controlado donde se ubican, es uno de los cotos de pesca más solicitados de España en los últimos años.

Desde finales de los 70 otras especies empezaron a ser frecuentes entre las capturas que se conseguían en el embalse de Boadella (Gerona): la perca y la lucioperca. Dos peces muy comunes en los ríos centroeuropeos y que de la noche a la mañana empezaron a verse sin justificación alguna, la primera casi reducida a su lugar de descubrimiento y la segunda en un claro proceso de expansión que le ha llevado a otros lugares, como la cuenca del río Ebro en Aragón y Cataluña e inexplicablemente, dado el gran salto que supone, al embalse de Entrepeñas, entre Cuenca y Guadalajara. Pero este catálogo de desastres no termina ahí.

Caso más singular es el de la gambusia, que habita en diversos ríos del Mediterráneo y que se introdujo en 1921 como método para frenar el paludismo gracias a su alimentación a  base de mosquitos que transmiten esa enfermedad.




Algunos peces de pequeño tamaño, como el rutilo o el gardí, tuvieron igualmente su puerta de entrada en Cataluña y en el río Llobregat o el canal de Urgell, y la percasol, que bien merecería estar en cualquier acuario por sus llamativos colores, es hoy una de las especies menos deseadas en los embalses que habita.

Su velocidad de expansión es tal que casi por semanas se dan nuevas citas de este pez, que no llega a los 15 centímetros y que sin embargo es letal para cualquier otro con el que conviva, alimentándose de todos sus huevos y reproduciéndose de manera que incluso llega a dominar las masas de agua en las que está presente. Si todo sigue así, es probable que como especies autóctonas en unos años sólo queden un puñado de peces representativos, ya que no serán capaces de absorber esas nuevas llegadas.

La fragilidad del ecosistema acuático español

Cada ecosistema, y mucho más el acuático, cuando se introduce un elemento nuevo, se va alterando al tener que hacerle un hueco en la cadena trófica. Tiene que repartirse el alimento, lo que incluye pasar a formar parte de él. Con el tiempo, las especies menos competidoras se van desplazando hasta desaparecer, como ya ha ocurrido, por lo que las consecuencias de las introducciones, aunque difíciles de predecir al ser tan diferentes unas de otras, sí coinciden en alterar el medio ya asentado.

Por si fuera poco, sobre nuestros castigados ríos se cierne otro peligro más: los trasvases de cuencas y las conexiones que se crean entre éstas. La más importante, la del Tajo-Segu­ra, ya parece ser la responsable de la aparición del llamado pez rojo (Carassius auratus), así como del intercambio de subespecies de ca­da río entre sí (la boga del Tajo, el calandino, la bermejuela…).

Es un hecho incontrolable y difícil de so­lucionar cuando se conecta mediante grandes tuberías repletas de agua dos puntos tan distanciados entre sí y el tamaño de los pe­ces impide que sean retenidos por barreras como rejas. Son los casos más conocidos, pero no dejan de darse casos extraños que no siem­pre son fiables. Desde hace tiempo se habla de siluros de más de 60 kilos en el embalse de Bolarque (Guadalajara) o de pirañas en el parque Juan Carlos I de Madrid. Algunas personas incluso ya las han podido sacar del agua para constatar su presencia.

 

Principales peces alóctonos en España

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La trucha arcoiris, introducida para fomentar la pesca y como alimento.

 

Nombre Fecha introducciónOrigen CausaHábitat
Black bass 1955NorteaméricaPescaGeneralizado
Carpa S. I?AsiaOrnamentaciónGeneralizado
Chanchito 1946SudaméricaDesconocidaSur de Portugal
Escardino 1910CentroeuropaDesconocidaCataluña
Gambusia1921NorteaméricaControl del paludismoGeneralizado
GobioS. XXCentroeuropaAlimento para pecesGeneralizado
Hucho1968ChecoslovaquiaPescaRío Tormes
Lucio1949CentroeuropaPescaGeneralizado
 Lucioperca1970CentroeuropaPesca Aragón, Cataluña y embalses de Cuenca
 Perca1970CentroeuropaPescaCataluña
 Percasol1910? Norteamérica DesconocidaGeneralizado
 Pez gato S. XX Norteamérica DesconocidaGeneralizado
Pez momia1858?NorteaméricaDesconocidaEscaso en el sur
Rutilo1910CentroeuropaDesconocidaCataluña
Salvelino S. XIXNorteaméricaPesca y consumoMuy localizado
Siluro1974CentroeuropaPescaCuenca del Ebro
Trucha arcoirisS. XIXNorteaméricaPesca y consumoGeneralizado

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